Kotex en el OXXO
Mariana H.
No exagero si digo que OXXO es mi tienda favorita. A ver, no es que no me gusten las tiendas de ropa, las librerías o los mercados, pero creo que nadie como los solteros y quienes vivimos solas sabemos lo indispensable de tener un Oxxo a tiro de piedra. De hecho, en el momento en que empezaron a vender limones, chiles y manzanas dejé de necesitar el súper. No es que sea huevona, pero tengo poco tiempo para hacer supermercado y no sólo eso, sino que cuando hago compras grandes a veces la comida se me echa a perder.
El OXXO ofrece un círculo completo, pongamos un ejemplo: estoy sola en mi casa en plan soltera forever y no he ido al súper. A las 7 me da hambre pero no hay nada que cenar: voy al OXXO, compro una lata de atún, un par de limones y un chilito verde y ya, con eso soy feliz. Pero en eso me llama Kim, mi mejor amiga, y me dice que tiene una pena de amor, que le urge verme. Tampoco tengo chelas así que voy de nuevo al OXXO, compro chelas, papas y una botella de vino. Ah, y Kleenex por si se ocupan. Platicamos horas, lloramos, a ella se le acabaron los cigarros (es difícil sobrevivir una pena de amor sin cigarros) y regresamos al OXXO con el rímel corrido pero ya echando carcajadas. Al día siguiente teníamos que dar noticias en Excélsior TV y traíamos un crudón de miedo, así que antes de entrar al aire, pasé al OXXO por dos cafés, electrolitos y Alka Seltzer. Se resolvió la cruda y también la pena de amor con esa noche de lágrimas y risas.
Ahora que recuerdo esa época de Excélsior TV, como muchos saben, el periódico y también el canal estaban ubicados en la esquina de la información, en Bucareli, pasábamos horas y horas ahí porque teníamos noticieros en diferentes horarios y había muy pocas opciones para comer: un lugar de quesadillas, la cantina Pollo Rock (cuyo chupe y comida eran de muy dudosa procedencia) y un OXXO que nos salvaba de aprietos de todo tipo. En los años que trabajé ahí casi me da una sobredosis de jochos porque siempre salía entre noticieros a echarme uno con mucha cebolla, jalapeños y jitomate. Cuando regresaba al segundo noticiero, David, el microfonista, me decía “Ah jijo, ya te fuiste a echar tu jocho, ¿verdad?” Pobre hombre soportando mi pestilencia encebollada.
Era muy particular ese OXXO porque ahí caían los ejecutivos de la zona, los manifestantes encuerados y los indigentes. Nunca vi que le negaran el servicio a ninguno. Era muy curioso tener a la conductora de TV, el homeless y el encuerado en la misma esquina echando jocho y refresco.
Por esa época fue el mundial de 2014 y un par de partidos de México se jugaron justo cuando estábamos al aire. Yo hice una travesura que me pudo haber costado la chamba. Como no concibo ver un partido de futbol sin una chela y botana, en uno de los días de juego salí al Oxxo, me compré un café, me lo acabé y después compré una cerveza y unas Quesabritas. Rellené el vaso con la chela y en los cortes me la tomaba y me comía las Quesabritas para disfrutar el partido. A Kim le llevé una coca y una bolsa grande de Ruffles verdes que se tragaba completa. Y un Mordisko.
No miento si digo que fueron cientos de veces que ese Oxxo nos salvó de inanición, sed, cruda, necesidad de cafeína y hasta un simple respiro dentro del canal para salir a estirar las patas. No dudo que en todo México la frase “voy a salir ¿alguien quiere algo del Oxxo?” sea, en todo tipo de lugares de trabajo, un clásico de todos los días.
De cuando iba a echar jocho a la fecha las posibilidades alimenticias se han elevado exponencialmente. Me emocionó durísimo ver que en el módulo de tacos y tortas ¡O'Sabor! hay: chilaquiles, quesadillas, quesadillas “con gusto”, milanesas de pollo, burritos, molletes, ¡hasta cochinita y pastor! Y varias opciones más.
Una de mis historias favoritas es la que me contó un amigo que tiene parientes en el interior de la República en una región que no quiero revelar. Un día los fue a visitar y se les acabó el hielo, el primo le dice (literal) “acompáñame y vamos por hielos aquí al Oporporó”. “¿A dónde?” preguntó mi amigo. Su primo respondió, muy seguro: “Pos al Oporporo de aquí en la esquina” Pues sí, es O X(por) X (por) O, técnicamente es válido. Ahora ya se sabe que en muchos lugares del norte así le dicen, pero esto nos lo contó hace más de diez años y a todos los amigos nos pareció fantástico.
Ahora hablemos de sexo. Hace tiempo se hizo viral el meme del chavito que simula atender el Oxxo y sonríe cuando ve que el supuesto cliente va a comprar condones. La tienda, primero que nada, sacó un comunicado asegurando que ellos no emplean a menores de edad, lo cual era muy importante aclarar. El meme fue creado sólo con intenciones recreativas en las redes. Lo que es muy significativo es que la razón por la que se hizo viral ese meme es porque todas y todos hemos estado ahí. Según yo, si compras condones (y chicles de menta) en el OXXO es porque te cayó suerte esa noche. Es decir, no tienes siempre en tu casa porque o estás en una relación formal o porque tu vida sexual es medianamente buena y tienes tu stock de condones “por si acaso”, si es que más o menos cada fin tienes oportunidad. Pero si vas al Oxxo a las 10 de la noche por condones y chicles es porque algo feliz e inesperado pasó. La gracia de ese meme también tiene que ver con lo que casi todas las personas sentimos cuando compramos condones… un poquito de pena o pudor. Bueno tal vez cada vez sean menos las que sienten pudor (y qué bueno) pero la revelación que implica ese tipo de compras, para muchas personas es un orgullo, para otras un poquito de vergüenza. Pero ojo, al puro estilo de José José, pido un aplauso para todos y todas las que compran condones en el OXXO a la hora que sea, y un aplauso para la tienda que, si bien ya no vende alcohol a partir de las 12, que me parece muy sensato, los condones no se dejan de vender a ninguna hora.
Cuál va siendo mi suerte que, ya teniendo este amor por la tienda, para este texto me invitaron a conocer las tripas de un OXXO, para más señales el que está ubicado en Tecnoparque, Azcapotzalco, en la Ciudad de México. Allí me llevaron de la mano a conocer los procesos que se requiere para hacer café, cada cuándo lo cambian y cómo se rellenan las cafeteras. Me enseñaron a trapear, el fechado de los productos y el menú de los módulos de comida. Me eché la mejor torta de milanesa y chilaquiles en mucho tiempo. También pude entender el proceso de cobro y despaché a algunos clientes. ¡Y sí! Pregunté acerca de la segunda caja. Esa se habilita para otro tipo de procesos que son parte de la operación, proveedores, pagos de servicios, trámites internos. Sin embargo, y digo esto sin temor a equivocarme, lo mejor de esa experiencia fue conocer a la gente que trabaja ahí, en especial, a Fernando.
Fernando es un hombre orgullosamente nacido en Tepito que, después de haberme acompañado en todo el recorrido me contó su historia con Oxxo. Entre los recuerdos de Fernando está una ocasión en que pasó por alguno de los establecimientos y no tenía trabajo, y lo que traía en el bolsillo, dijo, no le alcazaba ni para comprarle un café a su hijo. Se le quebró la voz. Me quebré yo. Sin afán de hacer melodrama le di un abrazo a quien es ahora líder de tienda. Ha sido tan bueno su trabajo que fue candidato para entrar a una rifa cuyo premio era una casa: Fernando se la ganó. Lloramos otra vez.
En esa reunión, junto al cuarto frío (finalmente pude conocer ese cuarto que tantos pinches sustos me ha causado cuando algún empleado está manipulando las bebidas y solo ves una mano saliendo del refrigerador) conocí estas historias de gente que de verdad cree en y ama su trabajo. Y también de quienes pasan cada día a hacer su chamba con otro tipo de servicios, como el custodio de seguridad Fernando López, quien es el encargado de resguardar la seguridad de su compañero cuando van a hacer la recolección del dinero por parte de Tecnoval. ¿Dato curioso y triste? Cada vez son más las mujeres que cometen actos delictivos en esta tienda, ya sea enviadas por los malandros o por iniciativa propia, pues levantan menos sospechas.
¿Dato curioso más luminoso? Los líderes de tienda o quienes abren son quienes tienen la prioridad de escoger la música del establecimiento, aquí, como Fer es un romántico, sintoniza Amor 95.3 “Sólo música románticaaaaaa” y yo, que amo la radio, lo celebro. ¿Un dato curioso más? Lo más caro que se puede comprar en un Oxxo es un teléfono que está en alrededor de 2 mil 500 pesos y lo más barato unos chicles de a peso.
Ese día, además de conocer a gente a toda madre, de pronto entró a la tienda un personaje increíble. Hagan de cuenta que entró El Dude de la película El Gran Lebowski, pero no compró vodka, leche ni Kalhúa para prepararse un ruso blanco que es la bebida favorita del personaje, sino cigarros, papel de baño y un periódico. Contrastaba un poco con los clientes de ese OXXO, en su mayoría jóvenes oficinistas. Pero este señor llegó sonriente con sus chanclas, su playera y suéter de Chiconcuac a comprar sus artículos. Antes de que se fuera le dije, “disculpe, estos artículos parecen tener una finalidad y un motivo específico, ¿le puedo preguntar cuál es su siguiente actividad?”. Los clientes se carcajearon y él también. Antes de irse me dijo una frase bellísima: “oh pues es que hay que darle tiempo al ritual del topo”. Más carcajadas, estreché su mano y le dije “éxito”. No iba a salir con el chiste del tío “simpático” de “que todo salga bien”, ¿verdad?
Lo que sigue no lo digo nunca, por pudor, pero me sentí en confianza y les conté del día en el que, en un viaje en taxi, de pronto, me bajó. Iba yo a una comida que no quería perderme por ningún motivo, pero no iba preparada con toallas y como señal del cielo justo frente a mí, estaba un OXXO. Era tal mi apuro que pensé que era un espejismo en el desierto, pero no. Quiero decir, esta tienda nos ha sacado de apuros en miles de ocasiones, pero sólo algunas sabemos del milagro que es, en una urgencia, comprar Kotex en el OXXO. Creo que uno de los lemas de estas tiendas es “para nosotros lo más importante eres tú”. Pero en esta historia, OXXO, el importante eres tú. Gracias y felicidades.