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Una empresa es una colmena

La duda es genuina. ¿De Don Jorge, el de Usumacinta?

 

–Sí, ese Jorge, mi padre— dice Vianey cuando le preguntan si la Miel Don Jorge que se vende en el OXXO es la misma que siempre han comprado.

Vianey nació en Villahermosa, Tabasco. Desde que ella era niña su padre se dedicaba al comercio de la miel de abeja. Es hija única y le tocó heredar un negocio en números rojos, después de que su padre enfermó y falleció siete años atrás. La miel que vendía Jorge Guzmán Jiménez era ya muy conocida en aquella zona del sureste mexicano, pero sus ventas no eran las deseadas por la familia.

Jorge Guzmán Jiménez nació en Teapa, un lugar que fue la capital de los zoques, de origen maya. Desde finales de la década de 1970 Don Jorge comenzó a vender miel en pequeños frascos de vidrio. El negocio estaba montado en su domicilio particular, el trabajo de envasado del producto se hacía de manera artesanal. Su hija Vianey lo recuerda como un hombre de gran personalidad, tal vez un poco testarudo porque, a pesar de su incansable labor, no quiso adaptarse a otras formas de vender. Cuenta Vianey que en algunas ocasiones ella le decía:

 

–Papá, pongamos un local, con cortina, con puerta de cristal, con clima…

“No hace falta”, pensaba Don Jorge. A él le gustaba vender a su modo. La gente lo conocía y muy bien. Incluso recurrían a él en situaciones de emergencia. Vianey recuerda las distintas ocasiones en que llegaron empleados de las clínicas del Instituto de Seguridad Social del Estado de Tabasco buscando cubetas de miel a su casa. Siendo un estado con antecedentes petroleros, Tabasco es también un lugar de muchas historias sobre incidentes en plataformas y en zonas cercanas a ductos. En algunos de estos incidentes la miel que vendía Don Jorge sirvió como auxiliar en el tratamiento de quemaduras. 

La miel tiene gran importancia como un producto medicinal. Los antiguos egipcios, asirios, chinos y romanos la utilizaban para el tratamiento de heridas, lesiones, así como enfermedades intestinales. En México algunos de los principales registros sobre los usos de la miel en las comunidades originarias de Mesoamérica los llevó a cabo Francisco Hernández Toledo.

Médico y botánico de formación, Francisco Hernández recorrió numerosas poblaciones de México en una litera sostenida por dos mulas. Tenían intenciones claras: recuperar los conocimientos de las ciencias médicas de los pueblos originarios de Mesoamérica y con ello satisfacer su propia curiosidad científica. En su Historia Natural de la Nueva España quedó un vasto registro de remedios, plantas y extractos que se utilizaban en las comunidades de los antiguos mexicanos. En sus escritos destaca el uso de la miel de abeja en las comunidades del centro de México. En el Libro XII, cap. LXXX Hernández describe los distintos tipos de abejas que había en la región, la calidad de sus mieles y las formas en que éstas construían sus panales. Además, Hernández menciona que había desde entonces (siglo XVI) un sistema de acopio de panales por parte de los pobladores. Hernández afirma que en los pueblos mesoamericanos la domesticación de abejas y la recolección de miel era ya una práctica común, sustentada en una serie de técnicas. A Hernández le sorprendió gratamente la variedad de abejas que había. En sus registros menciona a las tlalneuhtli, que eran pequeñas y no contaban con aguijón; las avispas xicotli, de color negro, con dorso amarillo y con aguijón; las tlalpipioli, negras y amarillas; y las cuezalmiáhotl, avispas de aguijón grande y ponzoñoso.

Don Jorge enseñó a Vianey el valor de las abejas. Cuando era niña, recuerda, su padre le decía:

 

–No las espantes, ellas nos dan de comer.

Al tomar el mando de la empresa Vianey y su esposo, Enrique Moscoso Astudillo, decidieron llevar Miel Don Jorge a un nuevo nivel. Fue por ello que una de sus primeras decisiones fue solicitar un crédito al gobierno federal para la compra de maquinaria. Otra decisión importante fue la de tener un apicultor propio y no comprarlo todo a otros productores.

En un negocio de miel hay sin duda un elemento en la base de la pirámide: la abeja, o mejor dicho, las abejas. Este pequeño insecto es símbolo de trabajo y esfuerzo colectivo. Las estructuras perfectas de las colmenas fueron estudiadas durante muchos años por distintas culturas, con tal de lograr imitarlas y domesticar la producción de la miel. En un cuento titulado “La abeja haragana” el escritor uruguayo Horacio Quiroga imaginó a una abeja que se rehusa a cumplir sus funciones, una abeja que “prefería recorrer los árboles uno por uno para tomar el jugo de las flores y, en vez de conservarlo para convertirlo en miel, se lo tomaba todo”. Escrito en forma de fábula, el cuento de “La abeja haragana” culmina con la protagonista aprendiendo una importante lección. Dice la abeja, al final del relato: “No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo lo que nos hace fuertes. Yo usé una sola vez mi inteligencia y fue para salvar mi vida. No habría necesitado ese esfuerzo si hubiera trabajado como todas… Trabajen compañeras, pensando que al fin a lo que tienden nuestros esfuerzos —la felicidad de todos— es muy superior a la fatiga de cada uno. A esto los humanos le llaman ideal y tienen razón. No hay otra filosofía en la vida de un hombre y de una abeja”.

Para tomar el mando de Miel Don Jorge, Vianey tuvo que pasar por un importante periodo de aprendizaje. Las lecciones de su padre la han acompañado en ese camino. Cuenta ella que durante muchos años desempeñó únicamente funciones administrativas dentro de la empresa y, por tanto, nunca se acercó a un tanque de miel. Dice Vianey: “En los meses en que llueve y hay frío muchas abejas mueren y la producción de nuestro apiario no es suficiente. En una de esas ocasiones me tocó destapar por primera vez un tanque de miel que compramos a otros proveedores. Al destaparlo encontramos sobre la miel una espuma blanca. Me pareció normal y mi padre me dijo que eso se debía a que esa miel estaba fermentada, que le habían agregado azúcar. Al paso de los años aprendí que con el puro olor es posible saber si una miel es pura o tiene componentes agregados.”

Vianey ahora disfruta de ver y participar en todo el proceso. Para que la miel llegue desde la colmena hasta el frasco, cuenta ella, primero se le pide a un carpintero que elabore unas cajas de madera que simulan una colmena. En esas cajas se ponen unos bastidores que se cubren con cera estampada. Estas cajas deben estar cerca de un lugar donde haya buena floración. Esto último se refiere a las flores de donde las abejas extraen los jugos. Debido a ello es que existen distintos tipo de miel. Esto Vianey lo aprendió de Don Jorge, que solía vender miel de coco y de naranjo, no porque se le agregara algo a la miel en el proceso industrial, sino por las flores que utilizaban las abejas para fabricarla.

Una vez que la miel está lista, el apicultor se encarga de castrarla y la coloca en tambores o barriles y llevarla al lugar de envasado. Allí, Enrique se encarga de subir la miel a un termo industrial mediante una bomba. La miel se envasa y se mete en cajas. Finalmente, Vianey y Enrique se encargan de ir, OXXO por OXXO, a entregar el producto fresco y listo para que los clientes puedan adquirirlo. 

La relación comercial de Miel Don Jorge con OXXO ha sido más que satisfactoria, afirma Vianey. A pesar de que el proceso para que sus productos pudieran entrar en los anaqueles de la tienda fue un tanto largo, la espera valió la pena. Al iniciar la colaboración, Miel Don Jorge tuvo acceso a sesenta tiendas OXXO en Tabasco. Este número ha ido incrementando al paso de los meses y los años, lo cual les ha permitido diversificar sus productos. Ahora Miel Don Jorge también fabrica mantequilla sólida y panetelas, un pan dulce típico de la región.

Miel Don Jorge es un orgullo para tiendas OXXO por demostrarnos el valor del trabajo colectivo, el valor de los recursos primarios, del medioambiente, así como el mejoramiento de la vida de las familias mediante el trabajo. En su misión de ser una empresa sustentable, las tiendas OXXO ponen énfasis en la importancia de colaborar con pequeñas y medianas empresas como Miel de Don Jorge.

Como escribiera alguna vez el gran literato francés Victor Hugo:

 

“Los mayores y más grandes proyectos de la arquitectura son menos obras individuales que sociales. Cada oleada de tiempo deposita su aluvión, cada raza coloca una nueva capa sobre el monumento, cada individuo aporta su piedra, así lo hacen las abejas y así lo hacen los hombres, por ello es que Babel, el gran símbolo de la arquitectura, es una colmena”.

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